La noble profesión de contar historias
El cuentacuentos durante la Europa medieval. Por aquel entonces ya existían los cantares de gesta, fueron muy numerosos en Francia. Estaban compuestos en su mayoría por clérigos instruidos. De ellos, la obra maestra es el Cantar de Roldán. Un juglar era un artista ambulante en esa época. A cambio de dinero o comida, ofrecía su espectáculo callejero en las plazas públicas. En ocasiones era contratado para participar como atracción en fiestas y banquetes. En los siglos XI y XII, los juglares divulgaban los cantares de gesta oralmente. Por el alto nivel de analfabetismo de aquella sociedad.
Hace alrededor de un siglo era frecuente que en los pueblos españoles alguien asumiera esa función. A cambio de vino a discreción y una atención respetuosa. Durante la narración se podía comer, beber, charlar y sobre todo interrumpir. En la experiencia popular se produce un intercambio constante entre el público y el narrador, con peticiones, aplausos y abucheos, muestras de ingenio o grosería.
Actualidad
En la España rural moderna es infrecuente encontrar esa figura, por efecto de la despoblación general y el cambio de los modelos de vida. En la España urbana, sin embargo, es cada vez más habitual que se contrate sus servicios. Se encarga de dinamizar fiestas infantiles, bibliotecas, ludotecas, campamentos o centros educativos. Por lo tanto eso ha provocado la profesionalización, regularización y estandarización del sector.
Su origen
La encontramos en la tradición oral de transmitir leyendas y cuentos. Consiste en expresar historias por medio de la palabra, la voz y el gesto vivo. El ser humano a lo largo de su existencia ha tenido la necesidad de comunicarse. Y por ello nace la figura del cuentacuentos. Consigue su material de fuentes orales o de la misma literatura. Modifica el contenido para convertir el mensaje en personal y único. De este modo atrae a su oyente con imágenes, percepciones y sensaciones. Esas que atrapan desde el principio para crear un mundo imaginario, un mundo cargado de magia.
Destino
Ciertamente hoy más que nunca necesitamos al cuentacuentos. En situaciones cotidianas, que transmita sentimientos y valores. Quienes escuchan viajan a través de la palabra. Vivimos en la era de lo rápido, lo cómodo y lo tecnológico. La tecnología es la principal protagonista de nuestra cotidianidad.
Como resultado nuestras mentes son cada vez más manipulables, dejan de ser creativas, carecemos de tiempo para pensar, para cuestionar la realidad. Por ello un/a cuentacuentos es necesario/a.
Cómo organizar un cuentacuentos
Una actividad de cuentacuentos puede resultar muy enriquecedor para los/as niños/as. El/a animador/a va puede demostrar su frescura y espontaneidad ante el auditorio. Su público se va a ver involucrado en una actividad llena de elementos atractivos. Cuyo fin incluirá la lectura como una de sus aficiones preferidas.
El atuendo del o la cuentacuentos debería ir vestido/a de trovador/a, incluso con maquillaje. Lo más importante es meterse en el papel que realiza. La actuación debe estar cargada de realismo, prestando especial atención a todos los detalles. Debe ir contando los cuentos de memoria e ir pasando de uno a otro relacionándolos entre sí. Además, puede incluir cosas que no estén en los mismos textos para hacerlo atrayente.
La función del/a cuentacuentos es provocar emociones, sensaciones y crear interés. Por ejemplo la ubicación de los/as niños/as es primordial. Deben estar muy cerca, sentados/as en semicírculo. No utilizar muñecos ni dibujos para completar la narración, así conseguirá que su público no se distraiga y estimular su imaginación.
Los cuentos deben empezar con frases populares como “Érase una vez…” y finalizar como: “Colorín, colorado, este cuento se ha acabado”. El repertorio de cuentos pueden ser clásicos, nuevos e incluso inventados. En la misma línea es posible alternarlos con protagonistas humanos o animales personificados. Aportará variedad y evitará que la actuación sea aburrida.
Selección de textos
En primer lugar se pueden buscar cuentos por temática como fábulas, cuentos de brujas, dragones, hadas, princesas, duendes o sobre objetos animados, etc. A partir de ahí seleccionamos los que más nos gusten y buscamos entre ellos un eje argumental. Después de eso no hay que olvidar hacerles reír. Es clave adaptar los cuentos para que estos estén cargados de humor. En conclusión, hacerles pasar un espacio de tiempo repleto de posibilidades para soñar y que no olviden nunca.
Larga vida para quienes cuentan historias,
porque la memoria social los necesita para combatir el olvido
Información: cirnaola.com, actualidadliteratura.com, juegosmalabares.com
Imágenes: Pixabay y Estación de los cuentos
Frase: Cirnaola